Fábula de los límites que nos imponemos.

Cogemos un cachorro de elefante y le atamos al árbol mas débil que encontremos con una simple soga. El elefante se esforzará en escapar tirando insistentemente de la cuerda a la que está amarrado el árbol. Lo intentará por un día y por otro. Lo intentará de día y de noche. Ya al tercer día asumirá que todos los esfuerzos para escaparse del árbol que le mantiene atado es su destino y que es imposible escapar porque se ha esforzado en huir y no lo ha conseguido. Cuando sea un gran elefante ya ni siquiera probará a tirar de la débil soga amarrado al delgado árbol. Ya lo intentó y fue imposible escaparse.

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WJF garfield

Cuando era pequeño estaba rodeado de malabaristas capaces de hacer voltear varias pelotas en el aire.

Estaban los que no eran capaces de hacer voltear ni una sola pelota en el aire (¿no os parece increíble?) pero había entre los niños mayores los que eran capaces de voltear siete pelotas en el aire. ¡Eran increíbles!.

Yo cuando me fui del pueblo a la Ciudad del Trabajo era capaz de hacer malabarismos con tres pelotas en el aire ( ¡¡¡¡3!!!!). A muchos de vosotros no os parecerá mucho tres pelotas pero es que hasta hace poco solo era capaz de hacer malabarismos con dos únicas pelotas. Me costó más (bastante) pasar de 2 a 3 pelotas que de 1 a 2 pero no me rindo y sé que algún día manejaré cinco pelotas (sí, no es imposible, pero me veo incapaz de manejar seis o siete pelotas como los mas buenos).

El caso es que cuando llegué a la Ciudad del Trabajo manejando tres pelotas en el aire, me creí suficientemente capaz de manejar tres proyectos sin problemas pero ¡ay de mí! es que en la Ciudad se “jugaba” de distinta forma: aquí no todas las pelotas eran del mismo tamaño y del mismo peso que en mi pueblo. Que desilusión cuando cogí mis 2 primeras pelotas y no fui capaz de malabalearlas: una de ellas poseía gran peso y la otra casi no pesaba pero su tamaño grande me impedía cruzarlas en el aire sin que chocaran.

Mucha gente de la Ciudad se rió al caérseme las dos pelotas. El único que no hizo amago de risa fue Teo, un hombre que tenía 5 pelotas y 3 bolos malabares en el aire, además de un aro rodando sobre su cabeza.

Tras mucho sufrir (porque lo hice) descubrí cual era mi fuerza: era capaz de manejar 7 kilos en el aire. Ese era mi límite.

Si me llegaba una pelota (en la ciudad lo llaman Proyectos) de peso 2, era capaz de manejar a lo sumo 3 proyectos. Que me llegaba un Proyecto de peso 4 ya solo era capaz de manejar 1 solo proyecto. Este descubrimiento me llevó a otros descubrimientos a su vez:

– Era verdad que manejaba con peso en el aire de hasta 7 kilos pero en momentos extraordinarios he llegado hasta 9 kilos.

– He descubierto que manejo 7 kilos intentándolo una y otra vez. En un principio pensaba que podía manejar menos peso pero no era real. Podía con mas.

– En un principio no me gustaba probar con pelotas de tamaño grande pensando que también serían las mas pesadas pero !que va¡, hay pelotas grandes que apenas pesan y que las volteo con facilidad. No hay que tener miedo a las pelotas grandes hasta no saber cuanto pesan. ¡Seguro que no es para tanto!.

– Cuando abandonaba el trabajo, ya me iba liviano, sin peso, con lo que era capaz de levantar la misma cantidad de peso en mi casa para el cuidado de niños, padres, compra de fin de semana, planificar vacaciones a última hora,…….. El problema venía cuando algo no lo había solucionado en el trabajo y me iba a casa con el problema haciendo runrún en mi mente: me llevaba peso a casa con lo que ya fuera del trabajo, en casa, no era capaz de hacer todas las tareas como si no llevara peso. Tenía que aprender a dejar los problemas en el trabajo para no llevarme peso a mi casa… y viceversa.

Es muy importante ponerse límites reales. Si te los pones por debajo de tu capacidad, te aburrirás; y si te los pones por encima, te abrumarás pensando que eres un desastre y que no eres productivo.

Os dejo un vídeo mío de cuando era mozo y disfrutaba haciendo voltear bolas en el aire.

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